



















Pequeños como susurros, veloces como el viento, los colibríes son pura energía en suspensión. Capturar su vuelo, su luz, su efímero paso por el encuadre es una danza entre el instinto y la precisión. Esta galería es un canto visual a la belleza del detalle, a la fragilidad de lo vivo, a lo que pasa volando… y queda para siempre.